Las gentes viven en un mundo que muere sin esperanza, afrontando temores y amenazas de desolación por medio de su mal proceder. La desobediencia ocasiono la separación de Dios con el hombre y por ende lejanos de todas sus promesas. El rey Salomón lo define así: “He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas”. Ecl. 7:9. En adelante los hombres y mujeres erramos al creer que somos autosuficientes para establecer nuestro propio sistema de supervivencia, cuando en realidad no somos capaces de mantener si quiera una relación interpersonal sincera, sin ira ni contienda, sino que morimos sin fe, llenos de ira y frustración, sin paz y sin Dios.